POR: MARTIN BARROS CHOLES
El racismo es un sentimiento exacerbado discriminatorio, doctrinados por personas ortodoxas de raza blanca, que equivocadamente se consideran superiores, a las razas indígena y negra, que sido hace privilegiados, para reinar, gobernar, mandar y apropiarse; de riquezas prediales y derechos, utilizando a los negros, como esclavos, robándoles bienes, a los indígenas asesinándolo, cuando se resistían a defender propiedades y derechos naturales. Las razas indígenas y negra, constituyen el 70% de la humanidad. China, Coreas, Japón, Vietnam, Filipina y otras; son naciones de origen indígenas asiática. En América Latina, se destacan: México, Guatemala, Salvador, Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia. También habitan en menores cantidades en: Estados Unidos, Chile y Venezuela. En lo relativo a negritudes, América y África, superan en diferencia a los blancos europeos y de otras naciones. Por ejemplo, la India, sus habitantes no son de raza indígenas, si no negra, es la segunda nación después China, en tener el mayor numera de habitantes, ambas 40% de la población mundial.
El racismo se ha conservado en favor y beneficio, de quienes se han enriquecido en el transcurrir históricos, desde la esclavitud, pasando por el feudalismo, hasta llegar al capitalismo; apoyados por la Iglesia Católica, mostrando la raza blanca, como los dioses canónicos, santificándolo, para celebraciones religiosas parroquiales. No hay santo negro, Jesucristo que era mulato o moreno prieto, lo transformaron en blanco, para falsa exhibición. Lo insólito santificar la tortura y el crimen, cometido a Jesucristo, que no era blanco, que hoy simbolizan en Semana Santa, con la Cruz, con la corona de espina, bayonetas, sables, crucificio en brazos y pies clavado, azotado por la espalda, conmemorando las siete caídas, herido por los costales; todo ejercido, por la Iglesia predominante de aquel entonce, que practicaba la inquisición. El racismo traduce discriminación y odios. Todas las personas, somos iguales para Dios. Engendrar fortaleza y privilegios, para unos y excusión o humillación para otros, con limitaciones, desegregaciones y discriminaciones en oportunidades; es una perversidad, como se ha venido imponiendo, generando una gigante brecha social, concentrando las riquezas, en meno de 1×1000, de las personas que habitan el mundo, con miseria concurrente que afecta más del 70% de la humanidad.
Cuando los blancos conquistaron América, primero con el italiano, Cristóbal Colon, después con los españoles, ingleses, portugueses etc, se dedicaron asesinar indígenas e importar esclavos africanos, para explotarlo en labores productivas. Los negociaban como animales, carecían de derechos y de protecciones. El amo podría castigarlo hasta matarlo, que eso no constituía delito. Toda esta historia macabra, en que ha escalado la humanidad, ha sido resultado del racismo predominante, que hoy en día, se estratifica, para calificar el valor cotizado de las personas individualizado, valorada por lo que tiene y dispone económicamente, mas no por las condiciones de estructura corporal, calidad natural e intelectual, que nos asimila a todos por igual. Si observaran 20 niños menores de dos años a manera de ejemplo, jugando en un lugar recreativo, les aseguro, que no observarían ningún roce discriminatorio, entre blancos, indios, negros y mesclas entre si. Desde los hogares se condicionan los status sociales y vanidades, relacionado con ubicaciones estratificada en: alto, medio y bajo. De ahí se trasmiten a los hijos, para que comiencen a demostrar, que ellos son superiores a los demás, por que desciende de familia rica o enriquecida ilícitamente por corrupción.
La expresión racista, eleva, hincha e infla egos, a unas personas, mientras otras, resultan víctima, de abusos, arbitrariedades y menosprecios, tratada irrespetuosamente como objeto y elementos desechables, hiriendo dignidad humana, a quienes prestan servicios remunerativos, de cocina, aseo, conducción, agros y generalidades. El hecho que se pague un servicio, no da derecho al beneficiado, a irrespetar y abusar, más bien para sanidad de conciencia debe agradecer. Aprovechar necesidades para explotarla a favor, es una acción indolente, no tolerada por Dios. Todavía persiste sentimientos en raizados odios, más en blancos, que en negros, en los EE.UU y otros países europeos. Es una minoría, que ejerce actitudes demenciales, porque la mayoría, han superado esa incomodas diferencias, étnicas, racial y migratoria. El peligro se mantiene mientras continúen en clandestinidad, organizaciones de ultra derecha, fuertemente armada, sin los debidos controles que, por odios, atente contra la integridad y vida, de personas inocentes y desprevenidas, por ser contrario al color y xenofobia contra emigrantes.